viernes, 19 de junio de 2009

Códigos de Barras



El Sistema tiene una fuerte tendencia a situar como enfermedad mental o conducta antisocial aquello que no puede digerir. Apoyándose en la psicología oficial determina si la persona es apta o no para vivir en esta sociedad y mediante mecanismos como la incapacitación, que supone la "muerte" civil del individuo, oficializa su dependencia. Cuando la llamada prevención y el etiquetaje fallan cuenta con un último arma: el encierro o segregación. Un encierro que se presenta como rehabilitador pero no sólo no "cura" sino que contribuye a la cronificación del enfermo. Aquellos que sufriendo algunas de las llamadas distorsiones mentales, incluido el brote psicótico, tienen la suerte de de no ser psiquiatrizados tienen mejor pronóstico. La hospitalización se produce, además, en condiciones carcelarias. Desde hace medio siglo, la prescripción indiscriminada de psicofármacos, se presenta como un nueva herramienta de control que invalida a las personas y enriquece a las farmacéuticas.

"La psiquiatría institucional, ya sea en el hospital o en la escuela, es quizás la técnica más depurada que se ha inventado hasta ahora para extirparle el alma al hombre. Suele decirse que los enfermos mentales han perdido la razón, la psiquiatría institucional les ofrece como remedio devolverles la razón…vacía de todo contenido."



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