sábado, 28 de noviembre de 2009

Esta es la Ley



Se perdonan los sombreros más extravagantes en las mujeres bellas, y en las feas resulta inaceptable un solo paso más allá de las más aburrida discreción.
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martes, 24 de noviembre de 2009


Empezó a dar los conciertos con rodilleras tras hacerse multiples heridas revolcándose por los escenarios de medio mundo. Eso, es show. Dedicado a todas aquellas que alguna vez quisimos ser Juliette Lewis.
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martes, 17 de noviembre de 2009

Te lo juro, que me muera


Lo primero que juré en mi vida es que nunca me pondría unas mallas. Al día siguiente mi madre me apuntó a gimnasia rítmica. Y se acabó la tontería. Después, de mayor (si es que a esto que soy ahora se le puede llamar así) juré que nunca estaría institucionalizada, y como la mayoría, invierto seis horas diarias de mi vida en digerir un plan de estudios prediseñado para mantenerme en el redil.
Prometí también que nunca dependería de un portatil. Pero aquí me tenéis, feliz, dándole a la tecla e intentando sustituir un abrazo por un emoticono en codigo binario. Como si eso fuera de algún modo posible.
Jurar es, en definitiva, sólo el recurso de los que no saben demostrar. Ya lo voy entendiendo.
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martes, 10 de noviembre de 2009



Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia, quien quiera oir que oiga.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Violencia


Mi hija (año y medio) procuramos que nos vea
en los momentos buenos o mejores:
cuando nos abrazamos y besamos,
cuando las cosas discurren con lisura y eficacia,
cuando no hay gritos ni vajilla amenazada,
cuando nuestro roce cotidiano es fluido
y no hay asperezas que nos hagan estallar.
Es obvio que lo otro –lo regular, lo malo, lo peor–
también lo ve, y lo oye; pero creo
que después de todo
no nos las arreglamos
demasiado mal.
Es alegre, nuestra hija; y no hay foto ni momento
en que no sonría.
Le ha dado, quizá por todo ello,
por abrazar a otros críos cuando los ve.
Se lanza sobre ellos, los envuelve
con los brazos y les planta un beso en la mejilla.
A cambio de sus esfuerzos ya le han dado
algún que otro tortazo.
Delante de los ufanos padres en cuestión.
Y ayer llegó, a modo de confirmación definitiva,
la guinda del patrón de conducta habitual:
una niña, algo mayor que ella,
al verla repartir sus holas y sus besos
entre un grupo de críos,
se volvió hacia un niño y le susurró en voz baja:
«Esta niña es tonta.»
Me hubiera gustado
estamparle la jeta en el asfalto.
Y a sus progenitores
machacarles luego la cabeza.
Pero a eso
lo hubieran llamado
violencia


Roger Wolfe

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domingo, 1 de noviembre de 2009


—¿Por qué siempre haces lo mismo?
—¿El qué?
—Huir sin decir nada.
—¿Y tú, por qué me sigues si estoy huyendo?

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