jueves, 31 de mayo de 2012

Tiene un nuevo mensaje de texto.


Intentar odiarte es como intentar que Jim Morrison cante una canción que no me guste.  
Ayer, olvidé por un momento la importancia de las formas. Quizás debiera haber interpretado las señales en el momento que dejamos de felicitarnos los aniversarios. ¿Desinterés o evolución natural?  Puede que crecer sea eso. Darte cuenta de que lo importante no es comprar la tarta, sino tener la certeza de que ni con toda la fuerza del mundo serán capaces de soplar nuestra vela.

Aun con todo eso, como sé que eres un amante de la tradición y la ceremonia, hoy vuelvo a escribir, solo para ti. Con la seguridad de que cuando termines de leer estas líneas habrás separado levemente las cejas que hasta ahora tenías fruncidas. Luego sonreirás un poco, así en plan cómplice. Tampoco mucho, para que no se me olvide que eres un público exigente, de los que aplaude solo una vez al final del espectáculo, y nunca pide bises.

Intuyo, ya que hablamos de espectáculos, que anoche no debió gustarte la función demasiado, y es que apenas nos despedimos. Pero volviste a demostrar que aunque la fama te preceda, el orgullo es cosa tan tuya como mía. Yo lo practico desde la sombra, pero tú, amante avispado, ya te has dado cuenta de ello. Así que agachas las orejas, y me mandas el mensaje conciliador primero. 

Bien, ésta ha sido mi humilde respuesta. Perdona si me he extendido, pero todo mi amor no cabía en 160 caracteres ;)