He metido en un saco todas las cosas que no voy a hacer este verano.
Y tampoco el siguiente. He seguido llenándolo con todas las veces que ese amigo (ese que ya no lo es tanto) ha decidido no contestarme al teléfono.
He cogido también todo el dinero que no tengo, y toda la inspiración que me falta. Y los he arrojado dentro, junto con todos los meses que me quedan en la ciudad más fría del mundo.
He pensado en colgarme el saco al cuello. Y tirarme al mar.
Después te he visto, y me has dado un beso detrás de mis orejas de duende.
No tuve más remedio que quemar el saco. Joder, tú ganas. (siempre)
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