Lo primero que juré en mi vida es que nunca me pondría unas mallas. Al día siguiente mi madre me apuntó a gimnasia rítmica. Y se acabó la tontería. Después, de mayor (si es que a esto que soy ahora se le puede llamar así) juré que nunca estaría institucionalizada, y como la mayoría, invierto seis horas diarias de mi vida en digerir un plan de estudios prediseñado para mantenerme en el redil.
Prometí también que nunca dependería de un portatil. Pero aquí me tenéis, feliz, dándole a la tecla e intentando sustituir un abrazo por un emoticono en codigo binario. Como si eso fuera de algún modo posible.
Jurar es, en definitiva, sólo el recurso de los que no saben demostrar. Ya lo voy entendiendo.
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Bah, mas rica y mas mona que estabas con las mallas!!
ResponderEliminarEso si chata, la gimnasia no era lo tuyo XDXD
muaki tonta
(y haces bien en no jurar, que no es sano)
jajaja no se debe jurar!...todos lo entendemos al recorrer la vida!
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